El vino es delicado, muy susceptible a sufrir alteraciones de tipo biológico… pero ante todo, es sensible a nuestras prácticas más torpes.
A continuación, cuatro cosas a evitar para disfrutar de tu momento vino a full:
1. [EL LUGAR EQUIVOCADO]
Te has gastado un dineral. El vino lo vale, o quizás no, pero acorde con la crítica que leíste en el dominical del domingo el tema promete. Llegas a casa. Te recreas en la etiqueta y en todos sus detalles mientras sujetas la botella como quien sujeta a un bebé por primera vez. Cuidado.
¡Qué bonico! ¡Ay, que no se caiga!
Tiras el resguardo de compra. Menuda pasta, duele verlo. Pero es una edición especial. Eres el amo. Muéstrate al mundo. En cuestión de segundos tu tesoro y tu orgulloso rostro de padre primerizo aparecéis en los perfiles de las redes sociales de tus colegas.
BRA-VO
- “Vinazo!!”
- “¡Como te cuidas canalla!”
- “Invitaaaaaaaaa”
(Clic en “me gusta”)
Tras tu baño de masas virtual y exhibición de costumbrismo bon vivant, no se te ocurre otra cosa que guardar el vino en la cocina. Es más, parece que esos malditos huecos que diseñan entre el horno y la nevera son el lugar perfecto:
Calor / vibraciones / olores
Piénsalo dos veces… Pasarás de la gloria a la vergüenza en menos de un par de semanas y te tocará bajar al súper de la esquina para una solución de urgencia cuando descorches esa carísima botella de vinagre. Estás avisad@. De nada.
2. [LOS INTANGIBLES]
La luna, o tú moral, o tu medicación, o tu pareja, o peor, tu expareja… sea lo que sea, si tienes que ahogar tus penas...
¡Que no sea en vino por favor!
El vino requiere de cierta disposición de ánimo para su pleno disfrute. Desconozco cuanta literatura existe al respecto y poco me importa, pero es empírico: si tu cuerpo dice NO, escúchale.
3. [EL TIEMPO, tic-tac…]
Sabemos que la vida te reserva momentos de felicidad y que te lo mereces todo. Pero como no sabemos cuándo llegarán, guardar ESA añada única para una ocasión especial que tras años de anodina-nada se torna en un imbebible “pongo” de lo más cool, es un error.
Plantéatelo al revés: ¿no es el mero hecho de abrir un vinazo un acontecimiento único?
4. [VIAJAR]
Viajar con vino es como rodar con niños: una jodienda, que diría Hitchcock. Pero bien. Lo has hecho, y lo hecho, hecho está.
En efecto, has visitado esa región vinícola que tanto te gusta. Y has comprado vino. Mucho vino. Ahora tienes que volver a casa. Pero al vino no le gusta viajar y lo vas a cabrear, mucho.
Avión / Tren / Autobús / Coche
Y todo ello pasando de 12 a 40 grados y viceversa pertrechado entre tu ropa sucia. Comprende que su estructura molecular quedará, como tu estómago, para el arrastre.
El vino necesita su propia biodramina. Si has elegido bien, la espera valdrá la pena.
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